3 oct 2017

Supuesto millonario e hijo de un ladrón de bancos: el enigma de Stephen Paddock

El supuesto autor de la matanza de Las Vegas era un jubilado de 64 años que la policía no vincula en principio a ningún grupo extremista



¿Qué le ocurrió? De momento, nadie lo sabe con precisión. La reivindicación del ISIS ha sido rechazada por el FBI. Y los antecedentes conocidos hasta ahora tampoco confirman ninguna pulsión asesina. Vivía con su compañera en una pacífica urbanización para mayores de 55 años, su hermano le consideraba un multimillonario retirado, con fuertes intereses inmobliarios en Texas y otras estados, y el único punto inquietante de su biografía era su padre: un peligroso y huidizo ladrón de bancos que llegó a figurar en los años sesenta en la lista de los 10 más buscados del FBI. Pero esta sombra del pasado no alcanzaba en apariencia al presente. Ni en las fichas policiales de Las Vegas ni del pueblo donde vivía, Mesquite (18.000 habitantes), se ha descubierto nada más sospechoso que alguna infracción de tráfico. Por el contrario, sus hábitos revelan pautas muy comunes entre quienes buscan pasar sus últimos años en Nevada.
Antiguo empleado del gigante armamentístico Lockheed Martin, a sus 64 años quemaba muchas noches en los casinos jugando al póquer, apostando fuerte. También le gustaban las armas, algo fácil en un estado de barra libre, y entre sus pasiones figuraban volar y cazar. Tenía a su nombre dos avionetas, una licencia de piloto y otra de caza mayor en Alaska. “Era normal. Hablaba ocasionalmente con conmigo y a mamá le regaló un andador hace poco”, señaló su hermano a los medios estadounidenses.
Ninguna de sus actividades apuntaba al baño de sangre. Sólo su afición por las armas, que ahora se ha demostrado compulsiva, se puede ver como un indicio. Pero nadie lo advirtió y las autoridades siguen sin encontrar explicación. Quien más lejos ha llegado fue el sheriff del condado, Joe Lombardo, quien le calificó de “psicópata” y le equiparó a un “lobo solitario”. Un ente desconectado del mundo criminal y terrorista que actuaba siguiendo sus propios impulsos. Pero esta hipótesis, aunque tranquilizadora en un país obsesionado con una posible matanza terrorista, no da razón de su estallido. De ese ataque premeditado que buscó un blanco tan fácil como un concierto de música country.
La reconstrucción policial muestra que Paddock llegó el jueves al gigantesco Hotel Mandalay Bay. En su habitación, estratégicamente situada en el piso 32, acumuló 19 rifles. Dos con mira telescópica. Listos para matar.